Diario de una naranja completa - Capítulo XVIII
- Gianni Berroteran
- 20 ene 2024
- 4 Min. de lectura
Una de las cosas más difíciles del duelo es la falta de comprensión y empatía que a veces
tenemos con nosotras mismas, por creer que ya ha pasado suficiente tiempo como para
“superar” a esa persona.
Habían pasado solo 4 meses desde la ruptura, pero yo lo sentía como una eternidad; en el
automático del día a día, la vida se te pasa rápido, y es justo por eso que el trabajo de la
tristeza es hacernos bajar las revoluciones y ayudarnos a conectar con el presente para
poder ver, cuestionar y sanar todo eso que tenemos en la mochila emocional sin atender,
y que sin darnos cuenta vamos arrastrando de relación en relación.
Para este punto de la historia, yo todavía me peleaba con la tristeza, de hecho tendía a
taparla con otra emoción (una que muchos utilizamos para esconderla) que es la rabia;
estaba muy irritable en muchos momentos, pero ahora comprendo que no quería
dejarme conectar con la tristeza porque me parecía una pérdida de tiempo. ¿Cuantas
como yo crecieron escuchando que llorar “no servía para nada”?
Déjame decirte mi corazón que es una MENTIRA, porque nuestro cuerpo es tan sabio que
tiene un mecanismo de desahogo para cuando sentimos una emoción desbordada (ya sea
alegría, satisfacción agradecimiento; como también tristeza, rabia, frustración y miedo). Y
justamente hay estudios que explican que las lágrimas de tristeza o producto de alguna
otra emoción incómoda de sentir, vienen cargadas de cortisol, porque aunque nuestro
cuerpo necesita esta hormona para su correcto funcionamiento, sus niveles altos pueden
ser contraproducentes y llevarnos a desarrollar enfermedades.
Si todos supiéramos esto, no habría tantas personas desarrollando afecciones graves por
tantos años de emociones reprimidas.

Pero repito, la Gia de ese momento no lo sabía, y he allí lo peligroso de la desinformación.
Y aunque la terapia me estaba ayudando muchísimo, mi terapeuta no podía hacer el
trabajo ella sola; yo aún me resistía a salir de la negociación, a hacer contacto cero, y a ser responsable de mi parte.
Hoy en día puedo entenderme, porque en el duelo, luego de la etapa de la negociación viene el dolor, una etapa que tu cerebro quiere evitarse porque es muy dura, pero no hay forma de saltársela; esta negociación solo me estaba llevando a prolongar el sufrimiento y no a evitarlo.
Quedaban pocos días para la Navidad; una época que siempre ha sido mi favorita del año;
y aunque ya llevaba cuatro años fuera de mi país y lejos de mi familia, había encontrado la
forma de darle un nuevo sentido a esta época lejos de mis afectos; el problema es que
siempre había sido al lado de él, y esta iba a ser mi primera Navidad sintiéndome
completamente sola, porque estando lejos de los míos, él era mi familia.

Así que la idea de no ir, que de verdad se me cruzaba por la mente, quedaba
automáticamente descartada cuando pensaba en que entonces me tocaría estar sola este día. La parte de mi que lo seguía idealizando, se emocionada de verlo y compartir la fiesta con él; mientras que la otra sabía que me iba a sentir súper incómoda al verlo como a una persona más (incluso con menos cercanía que la que tenía con el resto de mis amigos).
Eso siempre fue lo más difícil: que mi sistema nervioso aceptara que esa persona que fue tan íntima para mi durante 5 años, en un par de meses se convirtiera en un extraño. Y claro, esto me llevaba a desregularme emocionalmente, y al nunca haber aprendido a regularme por mi misma, seguía esperando que lo hiciera él. (De allí la dependencia)
Y por eso se creó un ciclo súper dañino de nunca acabar, porque cuando veía o tenía
contacto con mi ex, al sentirlo no disponible para mí, mi sistema nervioso se desregulaba;
y como mi mecanismo de regulación siempre fue que mi pareja se ocupara de mí
bienestar emocional (haciéndome sentir elegida) mi cerebro me llevaba a la negociación
(llamar su atención, buscarlo, convencerlo, etc) para tratar de que él volviera a mi vida y
me eligiera; pero luego me daba cuenta de que no estaba disponible emocionalmente
para mí y volvía a desregularme.

Esta vez me descubrí en la negociación eligiendo cuidadosamente la ropa que iba a usar para las fiestas, el maquillaje, el peinado; quería estar perfecta (creía que para mí, pero no, la verdad es que era para él)
Ese 24 de diciembre al terminar de trabajar, me fui a casa rápido a refrescarme el maquillaje y el peinado, cambiarme y perfumarme y salir a la fiesta. No puedo negar que el espíritu navideño estaba en mi, pero más me movía la idea de que él estuviera allí.
Tome el taxi y me bajé en el estacionamiento del hotel donde tendríamos la reunión.
Estaba lleno de muchas personas, pero como por cosas que uno atrae, al momento de salir del carro, él también estaba estacionando la moto. Menos mal que yo venía con otras amigas y esto ayudó a no sentirnos tan incómodos al caminar hacia el salón. Su reacción fue bastante escueta, saludó muy por encima a todas, y siguió caminando sin hablar mucho. Ya desde allí se me iba espichando la idealización.
Hablemos un poco de esto:
“Lo que sucede vs el significado que nosotras le damos”.
En seguida yo sentí que se comportaba así por mi, por ser antipático, por creerse
demasiado; y es que ahora entiendo que quizás lo que pasaba era que él también estaba
incómodo y no sabía cómo actuar. Todos me veían como la víctima de la circunstancia, y él
(sobretodo por ser el hombre) no recibía casi nada de empatía.
Estuvo, prácticamente, toda la noche parado en la puerta del salón, hablando con gente y
fumando, y yo sintiéndome rechazada y tomándomelo personal; pero sin pensar por un
momento que esto también era incómodo para él.

Fue una noche rara, divertida en algunos momentos pero definitivamente extraña, y eso me decepcionó, porque tenía la expectativa de que fuera una navidad maravillosa como siempre; pero cómo podría serlo si emocionalmente yo no estaba bien. Y justo eso es lo
que nos lleva a la frustración, tener expectativas irreales; no era posible que fuera una Navidad como siempre; por lo menos no ese año. No sería congruente con lo que estaba pasando. Una Navidad no tan buena, NO significa una vida no tan buena.
Spoiler: Las siguientes navidades volvieron a ser maravillosas, pero lo fueron porque yo
pude soltarlo. No pasó enseguida, pero si eventualmente, al empezar a tomar las
decisiones correctas.
Pero no te preocupes que eso te lo seguiré contando en los próximos capítulos.
Comentarios