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Diario de una Naranja Completa - Capítulo VIII

Actualizado: 2 may 2024


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La rabia es una emoción protectora, ahora lo entiendo, la rabia te permite poner límites para protegerte cuando una persona hace o o dice algo que te hiere.

El problema para mi fue que yo no entendía la rabia de esa forma, no sabía gestionarla, no sabía que me venía a proteger, yo solo sentía la necesidad de que le doliera tanto como a mí.


Luego de una o dos horas de fiesta, y de pensar con quién estaba y qué hacía mi ex, vino una idea a mí, de la cual no estoy muy orgullosa ahora, pero en ese momento me pareció

brillante.


Dentro del grupo de amigos con los que estaba en la fiesta, había un chico al que mi ex le tenía muchos celos, porque según él ese amigo era muy obvio en sus insinuaciones conmigo (la verdad es que él es así con todas las mujeres). Evidentemente a mí este chico no me gustaba, pero me pareció muy inteligente buscar causarle celos a mi ex con él.


Le acepté muchísimas más invitaciones a bailar de las que normalmente le habría

aceptado, traté de ponerme al lado de él en todas las fotos y vídeos, porque por alguna

razón (inmadurez emocional) pensaba que hacer sentir celoso a mi ex pareja haría que

volviera conmigo. Lo sé, ahora me río porque no tiene ningún sentido que una persona

vuelva a ti por celos y posesión, en vez de hacerlo por reconocer que quiere recuperar la

relación desde el amor y el arrepentimiento.


Pero recuerden que cuando estamos en el proceso de negociación del duelo, no

pensamos de forma clara ni asertiva o inteligente emocionalmente, lo único que

queremos es recuperar lo que sentimos que “perdimos”, ignorando todas las banderas

rojas que pueden aún existir.

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Era una sensación extraña, sentía mucho dolor por saber que mi ex ya estaba “haciendo su vida” (una frase que tampoco es real al 100%, pero que en el duelo nos la repetimos siempre creyendo que eso significa el fin del mundo).

Me sentí incómoda de seguirle el juego a esta persona, porque aunque era mi amigo, no me gustaban sus insinuaciones más allá de una amistad, pero al mismo tiempo yo estaba propiciándolo, nada muy saludable realmente.


La fiesta terminó y nos fuimos todos a la suite del hotel que habíamos alquilado para descansar durante el congreso de baile, y seguimos la fiesta. Mi cabeza estaba en otro lado; es horrible cuando te das cuenta de que sin esa persona no puedes divertirte, de que sin esa persona la vida no se siente Igual, de que sin esa persona crees que no hay ninguna razón de ser feliz.


Obviamente eso no es verdad, pero la Gia de ese momento creía que sí.

Y cuando crees que nada puede ser peor...

La guinda del pastel esa noche fue empezar a recibir mensajes de personas allegadas a mí

contándome que habían visto a mi ex, cómo estaba vestido, con qué chica estaba, etc;

quizás pensando que eso de alguna forma podía ayudarme.


Saberme en boca de la gente como la “pobrecita a la que habían dejado” fue durísimo. Ya

yo me sentía una víctima, pero que los demás también me vieran con lástima era lo peor.

Inevitablemente volví a visitar la etapa de la rabia del duelo, y esta vez sintiéndome súper

víctima de él y de las decisiones que estaba tomando en ese momento al mostrarse en la

ciudad, como todo un soltero, mientras yo solo quería que me tragara la tierra.


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