Capítulo XLVIII - Apoyo incondicional
- Gianni Berroteran
- 15 sept 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept 2024

Durante esos primeros meses de relación encontramos el equilibrio perfecto entre el cambio de horarios, citas por Zoom diarias, mensajitos lindos en el día a día, y nuestra vida a parte que ya existía.
Para mí este fue uno de los más grandes cambios, porque yo tendía a hacer a mi pareja mi mundo entero, y tengo que confesar que al principio salió mi automático, que se sentía ansioso si pasaba más de 1 hora sin saber de él; fue importantísimo aterrizarme y hacerme cargo de esto para no sabotear la relación. Entendí que esto era algo mío, porque él nunca me dio razones para sentirme ignorada o descuidada. Solo que verlo tan enfocado en su trabajo o sus hijos, dándoles prioridad en sus momentos, despertaba en mi el miedo de mi niña herida que creía que una relación “ideal” era estar pegada 24/7 con mi pareja como única prioridad.
Pero con terapia, y mis propias herramientas podía centrarme cuando eso ocurría, y poco a poco empezó a pasar menos.
Siempre la primera relación sana luego de una (unas) tóxica, requiere mucha paciencia y
autocompasión con ese automático que no podemos evitar que salga, pero si podemos elegir cómo gestionarlo. Eso se aprende con ensayo y error, a NADIE nunca le salió perfecto a la primera.
Créanme que me tocó hacerme responsable y reparar en muchas ocasiones; porque no se busca perfección (eso no existe), se busca consciencia y responsabilidad afectiva.
En fin, toda una nueva aventura que me retaba a ser mejor cada día, igual que a él por su puesto.

Una de las cosas que recuerdo con más cariño fue las veces que me sentí más protegida y apoyada por él; y como una mujer que creció con un padre ausente que, aunque fue un buen amigo y se encargaba de la diversión, nunca fue responsable por mi crianza, ni la disciplina, ni la estructura que necesitaba, de eso solo se encargó mi mamá. Por lo que nunca me vinculé con hombres en una energía masculina protectora.
Un día estaba viendo las historias de Instagram de una chica que sigo, que habla de marketing y de creación de marca personal, que me encanta. Y ella estaba mostrando la captura de pantalla de un mensaje que le había llegado del novio de una sus seguidoras que le preguntaba sobre sus mentorías y cursos para regalárselo a su novia. La chica estaba diciendo que ojalá todos los novios hicieran estas cosas, y que apoyaran a sus novias en sus proyectos de esta manera.
A mi me pareció súper lindo, y leí el mensaje del chico con detenimiento. Aunque esta chica tapó el nombre del chico, algo en la manera en que escribió me parecía conocida. Así que le pregunté a mi novio si le había escrito a esta chica por sus mentorías, y para me sorpresa me dijo que si. Él era el chico del mensaje y la novia a la que le iban a regalar la mentoría era yo. No me lo podía creer.

Y es que se que esto ahora me parecería lo más normal del mundo, pero cuando no has tenido parejas que te apoyen y sostengan de esta manera antes, se siente como WOW.
Y esta no fue la única vez que lo identifiqué como un masculino protector; más adelante me regaló otra mentoría con una amiga de él que se dedica a ayudar a mujeres a crear sus emprendimientos digitales, y estuvo increíble también.
Sentir que mi pareja estaba tan interesado en que yo lograra mis metas fue muy bonito, me hizo sentir escuchada, comprendida, pero sobre todo cuidada y protegida. Fue allí cuando entendí que podía empezar a bajar la guardia, que podía empezar a descansar en esta persona. Obvio que sin idealización, porque a penas teníamos unos 5 meses conociéndonos y un par de meses de novios; pero vi como la confianza se empezaba a construir desde la evidencia y no desde expectativas sin ninguna fundamentación más que mis deseos, como siempre lo había hecho antes desde el día 1 de la relación.

Él sabía que mi mayor meta en ese momento era construir un emprendimiento digital exitoso en el que yo pudiera ejercer como terapeuta y coach cuando me graduara, y vivir de esto al 100% de forma online, para poder regresar a Latinoamérica a arreglar mis papeles y encontrarme con él, sin depender de la economía latinoamericana. Y saber que me estaba ayudando a construir esto fue muy lindo, sobre todo cuando siempre fui la “doña huevotes” que se incomodaba incluso de que su pareja le pagara cosas. Mi mecanismo de defensa inconsciente, era siempre elegir parejas que más bien dependieran de mi económicamente para yo sentirme en una posición de ventaja, para no ser “vulnerable”.
Pero esto agota, y no es sano. Por eso esta vez quería confiar (sabiendo que puedo sola y teniendo mis cosas) quería sentirme cuidada y protegida sin que esto tuviera que atentar contra mi autoestima y autonomía.
Nota importante: Quiero aclarar que me refiero a mi pareja con el término “Masculino saludable” porque él es un hombre; pero si tu pareja es una mujer lo ideal también es vincularte con un “femenino saludable” con sus energías equilibradas (tanto femenina como masculina) que represente un lugar seguro para ti, de cuidado y protección, pero también de empatía y comprensión. Va más allá del género.

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