Capítulo XLVI - San Valentin inesperado y un nuevo acontecimiento
- Gianni Berroteran
- 31 ago 2024
- 5 Min. de lectura

Me gustó sentir que me estaba enamorando de alguien de nuevo, aunque me tenía que recordar de tanto en tanto que esto no era peligroso, que yo tenía toda la capacidad de protegerme si fuera necesario, y de vivir un duelo si la cosa no funcionaba. Que yo tengo la capacidad de atravesar emociones incómodas y volverme a sentir bien.
Decirme esto me hacía recuperar la paz que a veces perdía cuando la ansiedad hacía su trabajo más de la cuenta y me ponía pensamientos catastróficos en la cabeza.
La respiración consciente y tener un vida que me sostenía era clave para devolverme al presente y permitirme disfrutar la realidad.
Se sentía muy extraño para mi sistema nervioso no tener que sobreactuar para convencerlo, él estaba allí, interesado, atento, presente en su justa medida; sin invadirme y dándole prioridad a su propia vida. Eso me encantaba porque me hacía sentir segura. Era algo nuevo.
Mis parejas o pretendientes anteriores iban de un extremo a otro, algunos nada involucrados y yo vivía en ansiedad tratando de descifrar cómo llamar su atención, o eran muy invasivos rallando en lo controladores y celópatas; al final las dos conductas muestran inseguridad e inmadurez.

Me encantó darme cuenta de que me estaba pareciendo sexy la disponibilidad emocional. Este era de los temas que más trabajé en terapia para cambiar esa idea de amor desvivido y sufrido por el hombre que te rechaza. Yo quería repetir la historia de todas las novelas y series románticas que había visto, y para eso necesitaba hombres poco involucrados, no disponibles e irresponsables para poderlos cambiar y sentirme como la protagonista de esas historias.
Así que saber que sentirlo a él disponible ya no me generaba rechazo, me ayudó a darme cuenta de que lo había logrado.
Yo estaba tan ocupada estudiando, haciendo contenido, viviendo el día a día con mi amiga y
conociéndolo a él que no me di cuenta de que ya venía el 14 de febrero. Yo siempre he sido, y sigo siendo, muy distraída.
En mis relaciones pasadas le daba tanta importancia a estas fechas, que aprendí en mis procesos de duelo que de nada sirven si la relación no es sana y el resto del año te sientes insatisfecha en el vínculo. Entendí que es una fecha comercial que no tiene un peso real cuando la relación no funciona y queremos tapar el sol con un dedo mostrando ante el mundo nuestro gran día de San Valentín.
Por su puesto que una parte de mi quería celebrar este día con él, pero la otra parte (la
consciente) sabía que apenas estábamos consolidando el vínculo, que íbamos despacio y que si las cosas se daban ya iba a llegar el momento para eso.
La noche antes estuvimos hablando, como siempre antes de dormir, y no tocamos el tema, pero si la conversación se empezó a tornar más profunda que antes. Comenzó a contarme sobre sus desafíos a nivel emocional y sus aprendizajes luego de la ruptura de su relación más importante hasta ese momento.
Me gustaba que mostraba su vulnerabilidad, era honesto y siempre fue respetuoso al hablar de sus ex parejas. Reconociendo sus errores y lo que ahora entendía que debió hacer mejor. Ver su nivel de consciencia en relación a los vínculos y su disposición a aprender a hacerlo mejor, me hacía sentir paz.
Esa noche, luego de despedirnos, recuerdo que me sentía a salvo de permitirme pensar en que él podía ser la persona correcta para mi en este momento de mi vida. Se sintió muy bien.

En la casa de mi amiga, cada una tenía su habitación, de hecho hasta en diferentes plantas. Su cuarto (el principal) ocupaba toda la planta de arriba, y yo dormía abajo en uno de los 3 cuartos de huéspedes. Esto lo explico porque fue muy raro para mí, que ese 14 de febrero en la mañana mi amiga tocara la puerta a las 7am para entrar a mi cuarto. Me asusté porque eso nunca pasaba.
Le dije que podía entrar, mientras yo tenía los ojos aún cerrados, cuando la vi acercarse con un arreglo de flores, un regalo y en su teléfono (en vídeo llamada) la cara de él.
Me levanté de un brinco, me senté en la cama y con mucha vergüenza por las fachas que traía, le quité el teléfono de mi cara.
Era una mezcla entre mucha alegría porque no me esperaba esta sorpresa, pero mucha vergüenza por la cara de loca que tenía. Él estaba en Colombia así que para él eran las 2am
aproximadamente. Me pareció un gesto hermosísimo que se pusiera en contacto con mi amiga para organizarme esta sorpresa teniendo al océano Atlántico de por medio.
Me escribió una nota muy linda con su puño y letra, y se lo envió a mi amiga que la escaneo para mi. Todo era muy sureal, porque de verdad no me esperaba esto. Mi niña interior saltaba de emoción. Mi amiga nos dejó su teléfono para hablar unos minutos.
Él me dijo que esperaba que esto me haya gustado y que no fuera muy pronto para algo así. Yo le dije que fue perfecto y que me había encantado. Obvio no hablamos mucho para que él siguiera durmiendo, pero luego de esperar a que se despertara y fuera de día de su lado del mundo, yo decidí hacerle una videollamada. No las habíamos hecho nunca así que se sentía bien haber dado ese paso.

Me contó cómo habían planeado la sorpresa, lo nervioso que estaba, y como pensó en el regalo perfecto para mí. Sabía que amo tomar té, así que le pidió a mi amiga comprarme una taza bonita y grande, más algunas cositas de skin care y chocolate.
Una parte de mi sintió que no podía dejar pasar a un hombre atento, detallista, masculino
saludable, vulnerable y maduro a la vez, y lo tuve muy claro. Quería que fuera mi novio. Así que por primera vez desde que empezamos a hablar y conocernos, me dejé llevar por mis impulsos y le pregunté: “¿quieres ser mi novio?”
Luego de pronunciar la palabras fue como verme desde afuera, y darme cuenta de lo que
acababa de pasar. Yo me había prometido que empezaría a ser una Gia que se dejara conquistar y que no forzaría nada, pero esta vez no lo pude evitar.
Su cara fue un poema. Al ser un masculino saludable, es del tipo de hombre que va detrás de lo que quiere, toma acción y hace que suceda. Así que para nada se esperaba estar en esa posición. Me dijo: “Siii, claro que si, pero yo te lo quería preguntar a ti”
Pero ya estaba hecho, éramos novios. No me arrepiento porque fue algo muy genuino que nos dio mucha risa y sigue siendo una linda anécdota para nosotros. Solo que más adelante en la relación él me hizo prometer que si lo nuestro evolucionaba de forma positiva, y decidíamos dar el gran paso, que iba a ser él quien se me propusiera.

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