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Capitulo XLIII - Mi enfoque, mis proyectos y una sorpresa.


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Sentí miedo de hacer algo nuevo, ya tenía meses con una nueva cuenta de Instagram

donde había compartido parte de mis aprendizajes en mis procesos terapéuticos, pero esta vez era comenzar una nueva carrera para ser yo la que acompañaba a otros.


El trabajo con mi amiga era demandante, pero me mantuvo ocupada y enfocada en mis objetivos, nunca en mi vida lo había estado tanto. De hecho tuve que empezar a trabajar en mi equilibro porque soy de las que se va a los extremos, y estas ganas tan grandes de que todo funcionara me llevaban a desconectarme del disfrute.


Esta misma amiga con la que vivía (mi hermana marroquí) fue clave para ayudarme a aterrizarme y conseguir ese equilibrio.


De ella aprendí y sigo aprendiendo tanto, y confirmé que si somos el promedio de las personas más cercanas a nosotros.

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Ella es una mujer que muy joven logró muchas cosas a nivel económico, y eso siempre me inspiró para yo construir mi propio negocio y romper las barreras mentales que tenía sobre mis propias capacidades.

Hoy agradezco a mi versión de esa año por soltar todo lo que no le servía para evolucionar y sentar las bases para lo que soy hoy.


Y justo cuando estaba tan a gusto conmigo, con mi soltería, con mis proyectos y con esos otros vínculos importantes a los que les empecé a dar prioridad; apareció alguien que percibí alineado con lo que yo quería en una posible pareja.

No lo estaba buscando, de hecho me encontró.


¿Recuerdan al chico que me escribió a mi Instagram preguntándome si mi cuenta era solo

para mujeres, y que estaba pasando también por una ruptura, y que luego hasta me

recomendó estudiar para certificarme?


Bueno, todo este tiempo estuvimos en contacto, pero sin ninguna intención más allá de


comentar mis contenidos y por su parte participar en algunos encuentros online que yo

organizaba con algunos seguidores.


Eventualmente las conversaciones se hicieron más personales (de conocidos a amigos), a

él le gustaba pasarme sus contenidos y preguntarme mi opinión sobre su forma de

redactar, o me contaba sobre su relación pasada y lo que estaba aprendiendo en su duelo; yo le contaba sobre lo que estaba estudiando y esas conversaciones empezaron a

hacerse más seguidas.


Eventualmente comencé a notar su interés por mi. Aunque siempre fue muy respetuoso,

sus elogios y forma de hablarme eran de alguien que te corteja.


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Me asusté. Algo en mi dijo: “STOP, no estamos disponibles emocionalmente”, aún no había pasado el año completo de soltería (faltaban 2 meses). No quería que se arruinara la amistad que sentía que estábamos construyendo. Así que lo hablé con mi amiga.


Lo primero que me dijo fue: “¿y por qué se arruinaría?, si tiene todas esas características buenas dale una oportunidad y si no funciona no pasa nada”.


Y tenía razón, yo tenía las herramientas para protegerme, pero estaba tan a gusto con mi soltería que dejarla me daba pánico. Tanto me costó vivirla a plenitud que no quería arruinar eso por alguien más.


Ella me dijo que yo me merecía vivir un vínculo distinto, con un masculino responsable y

con madurez, y que si eso es lo que yo percibía de él, que lo intentara porque la verdad es

que personas con esas características no se encuentran en todas partes.


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Eso me hizo sentido, así que esa noche desempolvé mis listas de estándares, límites y no negociables, y traté de ser muy objetiva al analizar si en lo poco que teníamos en contacto yo había notado esas banderas verdes y rojas en él.


Yo estaba clara de que me gustaba que habláramos, y su cortejo empezó a gustarme también; pero yo quería cumplirme mi año de soltería sin involucrarme emocionalmente con nadie. Y seguir las conversaciones lo haría ilusionarse y no me parecía justo.


Así que le dije a mi amiga que prefería alejarme un poco porque no estaba segura de si estaba lista para abrirle la puerta a alguien.


Esa noche cuando me escribió intenté que la conversación no fuera tan larga para no

sentir que estaba involucrada más de lo necesario. Noté como mi cuerpo me pedía que

siguiera, pero yo misma me contuve diciéndome que era lo mejor.


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