Capítulo XLIV - Miedo a lo que pueda pasar.
- Gianni Berroteran
- 17 ago 2024
- 3 Min. de lectura
A veces somos tan rígidas en nuestra vida que nos podemos perder cosas que si son para
nosotras por el afán de no dejarnos fluir.

Al día siguiente me envió su acostumbrado mensaje de buenos días , y esa parte evitativa de mi salió a flote, le conteste normal, pero tratando de no mostrar tanto entusiasmo, evidentemente lo noto porque me pregunto si me pasaba algo, y obvio le dije que no y que solo estaba muy ocupada. El resto del dia me comporte igual. Estaba aterrada e incluso molesta por sentir que la vida me estaba poniendo esta traba para hacerme difícil la soltería.
Mi amiga me preguntó que como estaba él, que si me había escrito y yo todo el rato trate de cambiarle el tema.
Constantemente me repetía que debía enfocarme en mi, que por primera vez estaba construyendo mi vida y que una relación era una distracción. En pocas palabras, me había ido al otro extremo, pasé de ser la salvadora que necesitaba estar en pareja, a ser la que veía las relaciones como un peligro de perder el tiempo.

Esa noche traté de distraerme haciendo algo con mi amiga porque ya tenia la costumbre de escribirme con él y hablar de nuestro día, y mi amiga tan sabia y madura me confrontó, me dijo que sabía que yo estaba tratando de evitarlo, que era muy evidente lo contenta que estaba estos días y que justo esa noche estaba apagada.
Yo molesta y a la defensiva le dije que estaba exagerando, que ella no entendía cómo me sentía y que yo sabía lo que estaba haciendo, que no podía traicionarme a mi misma.
Ella me preguntó que por qué sentía que me estaba traicionando; y allí me di cuenta, yo no lo había verbalizado hasta ese momento, pero sentía que darle una oportunidad era traicionar mi palabra.
Ella me dijo que entendía mi rigidez porque ella misma lo había sido; pero que la vida no puede enfrentarse con tanta rigidez porque nunca las cosas pasan exactamente como las planeamos, y que navegar la vida con esa mentalidad tan cuadrada solo iba a causarme más problema e incomodidades de las que realmente había.

Me felicitó por todo el tiempo que me cumplí con la soltería y por lo valiente que fui al atreverme a romper ese patrón y atravesar la incomodidad de hacerlo, pero que si estaba conociendo a alguien con quien estaba conectando es porque esto traería un aprendizaje para mí.
Alli salió mi verdadero miedo, sin verlo venir. Le dije: “Y si no estoy lista”.
Su respuesta fue: No lo sabrás si no lo intentas, además que debes confiar en que tienes las herramientas para protegerte en caso de que no sea lo que tú quieres más adelante”
La verdad, tenía miedo de traicionarme porque esa rigidez venía de la culpa que sentía por no haberlo hecho bien antes. Pero más que eso era a fallar luego de tantos meses soltera para construir mi “mejor version”.

Me di cuenta de que el miedo al fracaso me estaba paralizando una vez más, una parte de mi creía que luego de esta soltería todo debía salir perfecto, y realmente yo no podía controlar ese resultado porque no solo dependía de mi. Tenía que soltar la expectativa de eso y entender que solo puedo controlar mi parte y que lo que pase será resultado de la dinámica que construyamos los 2, y que mientras yo tuviera mis estándares y límites claros, podría involucrarme sin idealizaciones, permitiéndome sentir y disfrutar, mientras al mismo tiempo objetivamente evaluaba si esto me estaba sumando paz y tranquilidad a la vida que ya había construido.
Lo vi muy claro, él si me gustaba y quería conocerlo mejor, además quería dejarlo cortejarme. La mayoría de mis vínculos anteriores empezaban con una dinámica de mi parte muy masculina, yo cortejando sin dejarme buscar y agradar primero... era el momento de dejarlo ser el masculino saludable y maduro que nunca había tenido.
En la mañana le escribiría un mensaje para intentar retomar la misma vibra. Solo pensaba: “Ojalá no se haya espantado con mi comportamiento evitativo repentino”.
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