top of page

Capítulo XLVII - La cosa se puso seria...

Actualizado: 15 sept 2024


Habían pasado un par de días desde que decidimos hacernos novios. Se sentía muy raro

por muchas razones:


1- Era mi primera relación a distancia.

2- Por primera vez había estado mucho tiempo soltera antes de iniciar otra relación.

3- De verdad me gustaba mi soltería, y tener pareja es una responsabilidad afectiva con

otra persona.

4- Tenia incertidumbre sobre el futuro y muchas ganas de estaba vez si hacer las cosas bien.


Así que entendí que era el momento de tener LA CONVERSACIÓN.


Una de las cosas que estaba aprendiendo en mis estudios era la importancia de buscar

tener claridad desde el momento en el que la relación empieza a tornarse más

comprometida, para ver si realmente hay la compatibilidad necesaria que sostenga la

relación, más allá de la química y la atracción.


Siempre basé mis elecciones en el amor solo en estos 2 últimos factores, y ya sabemos los

resultados catastróficos que eso trae. Por lo que decidí que ese sería nuestro próximo

tema de conversación.


Al mismo tiempo me empecé a dar cuenta de que en ámbitos de tiempo y energía

invertidos en este noviazgo, no había una gran diferencia con lo que hacíamos antes de

formalizarnos.


Nos escribíamos al despertar, luego el era bien claro con que no podría escribir mucho por

su trabajo, cosa que yo entendía perfectamente, pero por ratitos mientras podía me

escribía algo bonito o me pasaba alguna canción para dedicármela y que yo supiera que

aunque estuviera ocupado él estaba pensando en mi, hablábamos un poco más en su

hora de almuerzo, hasta que terminaba su jornada de trabajo a sus 6pm (para mí las

11pm) y allí podíamos hablar mucho más sin problema. La cosa es que todo pasaba por

mensajes y yo sentía que faltaba algo más.


Mi lenguaje del amor es el tiempo de calidad, así que al estar a distancia era difícil cumplir con eso de la forma convencional, por lo que la única manera era tener citas por video llamada con regularidad. Me llamó la atención que no me lo propusiera antes, así que haciéndome responsable por mis propias necesidades, le dije que si íbamos a tener una relación de pareja, debíamos hacer lo mejor que pudiéramos para que se sintiera como una relación de pareja aunque estuviéramos a miles de kilómetros de distancia.


Él aún no veía lo que le estaba diciendo, y me preguntó: “¿Qué propones?”


Yo le dije que me gustaría que tuviéramos citas aunque fueran en formato virtual, por

ejemplo ver una película o comer juntos. A lo que él me dijo que no se le había ocurrido,

que para él ya estábamos haciendo cosas de novios, y fue la primera vez que vimos que

nuestros conceptos de pareja eran un poco diferentes. Así que fue la excusa perfecta para

traer LA CONVERSACIÓN a la mesa.


Le dije que para mí el tiempo de calidad era la forma en que me sentía amada, y él me dijo

que aunque no era su lenguaje de amor, él sabe que quizás eso influyó mucho en que sus

relaciones pasadas se enfriaran y dejaran de funcionar; que pasar tiempo de calidad

nunca fue algo que viera como importante, pero que esta vez quería hacer las cosas bien,

así que lo iba a priorizar.


Quedamos en ver una película juntos, cada uno en su habitación y conectados a zoom

desde nuestras computadoras al día siguiente. Yo estaba súper emocionada, eligiendo qué

película ver y esperando la hora para conectarnos.


Me encantó verlo por videollamada de nuevo, parecíamos unos niños nerviosos que

mostraban su emoción por verse, de forma muy genuina y sin vergüenza. Y eso era lo que

más me gustaba, que no estábamos intentando parecer algo que no éramos. Eso se sentía

fresco y liviano.


Tuvimos algunos problemas para poner la película, pero lo conseguimos. Empezamos a

verla y comentábamos por la pantalla lo que estaba pasando; estuvo divertido.


Me dijo que podía agarrarle el gusto y que su intención era ser una buena pareja para mí,


lo que me derritió el corazón y al mismo tiempo dio pie para decirle que me gustaría tener

una conversación sobre ese tema.

Gracias a que siempre se mostró abierto a comunicarse, me sentí segura de hacerle

preguntas sobre lo que significaba el amor y la pareja para cada uno, cómo nos sentíamos amados y conectados, y que al estar a distancia debíamos construir una dinámica que nos ayudara a cubrir ese lenguaje de amor que es imposible tener en una relación así: el contacto físico.


Cada uno dijo cosas que eran muy importantes para sentirse bien dentro de la relación, ymla principal para mí era vernos todos los días. Una relación sana y de compromiso es una relación en la que tu pareja forma parte de tu vida cada día. Puede ser de muchas formas, saliendo juntos, encuentros físicos o por lo menos llamándose a diario. En nuestro caso al

no poder vernos en persona, una videollamada diaria nos ayudaría a estar siempre en

conexión. A él le pareció bien esto y así lo hicimos.


Otra cosa importantísima fue hablar de un encuentro a futuro, porque las relaciones a

distancia funcionan solo si hay momentos de encuentros esporádicos, o una meta

consensuada de juntarse en un mismo espacio físico. Y esto me dio mucha claridad.


Necesitaba saber si esto tenía intensiones de llegar al algo, porque si no para mí supondría

invertir mi tiempo y energía en algo que solo se basara en una idealización, y yo no quería

ese tipo de relación nunca más.


Colocamos una fecha de encuentro tentativa, pero sabiendo que los próximos meses

estaríamos trabajando intencionalmente en que ese encuentro ocurriera.


Por mi parte me dio un nuevo enfoque. Yo sabía desde hace mucho que mi tiempo en

Marruecos se había acabado. Tenía ciertas propuestas para irme a otros países a trabajar como artista, pero nada concreto, y esta vez pensarme regresando a Latinoamérica,

ejerciendo de forma online lo que estaba estudiando, me emocionó y me dio un push de

motivación que no sentía desde hace mucho tiempo.


Que delicia se sentía hacer planes con un masculino saludable, que está en la misma

sintonía que tú, que hace que las cosas pasen y busca la forma sin que tú tengas que


forzar nada. Por primera vez sentía que estaba planificando con alguien con el mismo

entusiasmo y responsabilidad que yo.


Los primeros meses fueron de ir adaptando a la dinámica lo que necesitábamos para

sentirnos a gusto, escuchados y aceptados. Hacerlo así, a consciencia, ayudó a que no se

detonara en mi ese patrón que tenía de apego ansioso en todas mis relaciones. Me di

cuenta de que una persona disponible, madura, clara e involucrada no me despertaba esa

ansiedad, porque más bien me sentía a salvo, y eso no tiene precio.





Comments


bottom of page