Capítulo XLVII - La cosa se puso seria...
- Gianni Berroteran
- 7 sept 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 15 sept 2024

Habían pasado un par de días desde que decidimos hacernos novios. Se sentía muy raro
por muchas razones:
1- Era mi primera relación a distancia.
2- Por primera vez había estado mucho tiempo soltera antes de iniciar otra relación.
3- De verdad me gustaba mi soltería, y tener pareja es una responsabilidad afectiva con
otra persona.
4- Tenia incertidumbre sobre el futuro y muchas ganas de estaba vez si hacer las cosas bien.
Así que entendí que era el momento de tener LA CONVERSACIÓN.
Una de las cosas que estaba aprendiendo en mis estudios era la importancia de buscar
tener claridad desde el momento en el que la relación empieza a tornarse más
comprometida, para ver si realmente hay la compatibilidad necesaria que sostenga la
relación, más allá de la química y la atracción.
Siempre basé mis elecciones en el amor solo en estos 2 últimos factores, y ya sabemos los
resultados catastróficos que eso trae. Por lo que decidí que ese sería nuestro próximo
tema de conversación.
Al mismo tiempo me empecé a dar cuenta de que en ámbitos de tiempo y energía
invertidos en este noviazgo, no había una gran diferencia con lo que hacíamos antes de
formalizarnos.
Nos escribíamos al despertar, luego el era bien claro con que no podría escribir mucho por
su trabajo, cosa que yo entendía perfectamente, pero por ratitos mientras podía me
escribía algo bonito o me pasaba alguna canción para dedicármela y que yo supiera que
aunque estuviera ocupado él estaba pensando en mi, hablábamos un poco más en su
hora de almuerzo, hasta que terminaba su jornada de trabajo a sus 6pm (para mí las
11pm) y allí podíamos hablar mucho más sin problema. La cosa es que todo pasaba por
mensajes y yo sentía que faltaba algo más.

Mi lenguaje del amor es el tiempo de calidad, así que al estar a distancia era difícil cumplir con eso de la forma convencional, por lo que la única manera era tener citas por video llamada con regularidad. Me llamó la atención que no me lo propusiera antes, así que haciéndome responsable por mis propias necesidades, le dije que si íbamos a tener una relación de pareja, debíamos hacer lo mejor que pudiéramos para que se sintiera como una relación de pareja aunque estuviéramos a miles de kilómetros de distancia.
Él aún no veía lo que le estaba diciendo, y me preguntó: “¿Qué propones?”
Yo le dije que me gustaría que tuviéramos citas aunque fueran en formato virtual, por
ejemplo ver una película o comer juntos. A lo que él me dijo que no se le había ocurrido,
que para él ya estábamos haciendo cosas de novios, y fue la primera vez que vimos que
nuestros conceptos de pareja eran un poco diferentes. Así que fue la excusa perfecta para
traer LA CONVERSACIÓN a la mesa.
Le dije que para mí el tiempo de calidad era la forma en que me sentía amada, y él me dijo
que aunque no era su lenguaje de amor, él sabe que quizás eso influyó mucho en que sus
relaciones pasadas se enfriaran y dejaran de funcionar; que pasar tiempo de calidad
nunca fue algo que viera como importante, pero que esta vez quería hacer las cosas bien,
así que lo iba a priorizar.
Quedamos en ver una película juntos, cada uno en su habitación y conectados a zoom
desde nuestras computadoras al día siguiente. Yo estaba súper emocionada, eligiendo qué
película ver y esperando la hora para conectarnos.
Me encantó verlo por videollamada de nuevo, parecíamos unos niños nerviosos que
mostraban su emoción por verse, de forma muy genuina y sin vergüenza. Y eso era lo que
más me gustaba, que no estábamos intentando parecer algo que no éramos. Eso se sentía
fresco y liviano.
Tuvimos algunos problemas para poner la película, pero lo conseguimos. Empezamos a
verla y comentábamos por la pantalla lo que estaba pasando; estuvo divertido.
Me dijo que podía agarrarle el gusto y que su intención era ser una buena pareja para mí,
lo que me derritió el corazón y al mismo tiempo dio pie para decirle que me gustaría tener
una conversación sobre ese tema.

Gracias a que siempre se mostró abierto a comunicarse, me sentí segura de hacerle
preguntas sobre lo que significaba el amor y la pareja para cada uno, cómo nos sentíamos amados y conectados, y que al estar a distancia debíamos construir una dinámica que nos ayudara a cubrir ese lenguaje de amor que es imposible tener en una relación así: el contacto físico.
Cada uno dijo cosas que eran muy importantes para sentirse bien dentro de la relación, ymla principal para mí era vernos todos los días. Una relación sana y de compromiso es una relación en la que tu pareja forma parte de tu vida cada día. Puede ser de muchas formas, saliendo juntos, encuentros físicos o por lo menos llamándose a diario. En nuestro caso al
no poder vernos en persona, una videollamada diaria nos ayudaría a estar siempre en
conexión. A él le pareció bien esto y así lo hicimos.
Otra cosa importantísima fue hablar de un encuentro a futuro, porque las relaciones a
distancia funcionan solo si hay momentos de encuentros esporádicos, o una meta
consensuada de juntarse en un mismo espacio físico. Y esto me dio mucha claridad.

Necesitaba saber si esto tenía intensiones de llegar al algo, porque si no para mí supondría
invertir mi tiempo y energía en algo que solo se basara en una idealización, y yo no quería
ese tipo de relación nunca más.
Colocamos una fecha de encuentro tentativa, pero sabiendo que los próximos meses
estaríamos trabajando intencionalmente en que ese encuentro ocurriera.
Por mi parte me dio un nuevo enfoque. Yo sabía desde hace mucho que mi tiempo en
Marruecos se había acabado. Tenía ciertas propuestas para irme a otros países a trabajar como artista, pero nada concreto, y esta vez pensarme regresando a Latinoamérica,
ejerciendo de forma online lo que estaba estudiando, me emocionó y me dio un push de
motivación que no sentía desde hace mucho tiempo.
Que delicia se sentía hacer planes con un masculino saludable, que está en la misma
sintonía que tú, que hace que las cosas pasen y busca la forma sin que tú tengas que
forzar nada. Por primera vez sentía que estaba planificando con alguien con el mismo
entusiasmo y responsabilidad que yo.
Los primeros meses fueron de ir adaptando a la dinámica lo que necesitábamos para
sentirnos a gusto, escuchados y aceptados. Hacerlo así, a consciencia, ayudó a que no se
detonara en mi ese patrón que tenía de apego ansioso en todas mis relaciones. Me di
cuenta de que una persona disponible, madura, clara e involucrada no me despertaba esa
ansiedad, porque más bien me sentía a salvo, y eso no tiene precio.

Comments