top of page

Capítulo XLIX - Cumpleaños y errores


Aunque tú tengas todas las herramientas emocionales y hayas aprendido mucho en tu proceso terapéutico, cuando vives una situación equivalente a tu pasado es normal que tu automático salga de primero, y eso me pasó muchas veces en esta nueva relación.


Muchas primeras veces en la relación terminaron mostrándome lo mucho que debía replantear mis conductas, creencias e incluso lo difícil que es hacer las cosas diferente cuando llevas años actuando desde tus heridas.


Para julio, específicamente para mi cumpleaños, vivimos una situación que nos llevó a tener nuestro primer conflicto, e incluso puso en peligro el vínculo.


Yo tenía mucho tiempo sin salir al ritmo que lo hacía antes, con mi amiga marroquí me había acostumbrado a llevar un ritmo lento, enfocarme en mis proyectos y estudios. Ella no tomaba alcohol, no salía de fiestas, y se acostaba temprano, porque como CEO de una compañía exitosa, cuidaba mucho su salud y energía (por algo es millonaria tan joven). Así que poco a poco yo fui agarrando ese mismo ritmo, y la verdad me gustaba, luego de vivir toda una vida de noche, en eventos y excesos.


Así que para mí cumpleaños preparé una salida en la tarde con mis amigos para poder llegar a las 11pm a mi casa y conectarme con mi novio, que me estaría esperando para cantarme cumpleaños y celebrar conmigo.


Así lo hicimos, me encantó verlos a muchos de ellos, pero sobre todo me encantó saber que mi novio se había puesto de acuerdo con algunos para hacerme llegar un ramo de rosas muy grande al restaurante donde estábamos celebrando. Eso me explotó el corazón, ellos me grabaron al recibirlo y se lo enviaron a él. De verdad fue algo hermoso.


Comimos riquísimo, bailamos, y la pasamos genial, pero como es acostumbrado socialmente, el alcohol no podía faltar. Me dejé llevar por el momento y la emoción, así que bebí un par de copas más de lo que mi cuerpo aguantaba, sobre todo al tener tanto tiempo sin beber. Se fue haciendo más tarde de lo esperado, y estuve hablando con mi novio para pedirle que me esperara un rato más, a lo que él aceptó sin problema.


Llegamos a casa de mi amiga (donde yo vivía hace varios meses), y un par de amigos se vinieron con nosotros para seguir celebrando. Hasta que casi 2 horas después de la hora pautada fue que me pude conectar a hablar con mi novio.


Tenía ganas de verlo, le agradecí por las flores, le estuve hablando de mi día, pero mis amigos afuera de la habitación me llamaban para seguir comiendo y celebrando. Por lo que sentía el compromiso de salir pronto para no hacerlos esperar como anfitriona; y aunque no se lo dije a él, mi novio debió notar que la conversación de nosotros iba muy rápido o como por salir del paso.


Como sabrán, bajo los efectos del alcohol es más difícil manejar cualquier situación de una forma madura, y ese día descubrí que esta sustancia saca lo más tóxico de mi.


Mi novio, con toda razón, me preguntó si ya me tenía que ir, y le dije que si porque me estaban esperando mis amigos afuera; a lo que él intento expresarme su desilusión, porque tenía horas esperando para hablar conmigo, y que con ellos había estado toda la tarde.


Ahora lo súper comprendo, de hecho se que yo me habría sentido igual, pero en ese momento, sin poder gestionarme y analizar lo que iba a decir, me dejé llevar por una sensación de rabia que surgió de sentirme “controlada” por él.


Mi respuestas fue muy grosera y exagerada. Le dije que él no iba a controlarme, que así no iban a funcionar las cosas, y que no dejaría a mis amigos afuera desatendidos en mi casa. Que por favor esperaba que lo entendiera.


Realmente no recuerdo exactamente lo que dije, porque estaba alcoholizada, pero si recuerdo que trancamos la llamada, y me fui a seguir celebrando con mis amigos. Tenía una sensación de valentía por no dejarme “controlar”, que ahora reconozco como un rasgo muy tóxico de cuando te vinculas con tu pareja desde una lucha de poderes tan dañina, que yo siempre había tenido en mis relaciones pasadas.


Al día siguiente me desperté con una resaca moral tremenda, no recordaba muy bien por qué habíamos peleado, solo sabía que me sentía ansiosa porque habíamos discutido y algo me decía que yo tenía mucha responsabilidad en lo que había pasado. Como saben, yo despertaba mucho antes por la diferencia de horarios, así que me puse a revisar nuestra conversación. Cuando colgamos la llamada la noche anterior, él evidentemente había quedado afligido por cómo yo me había tomado las cosas, me siguió escribiendo y llamando, y mi conducta fue muy tóxica. Lo ignoré, le pedí que no me llamara porque estaba con mis amigos, y le dije que no quería pelear. Osea, yo había creado un conflicto gigante por algo que no era así como yo lo percibí.


La vergüenza se apoderó de mí, pero mucho más el miedo. Tenía mucho miedo a que se sintiera tan herido e incomprendido que decidiera terminar la relación.


Estaba muy molesta conmigo misma por haberme saboteado de esa forma. Habían sido 5 meses hermosos donde por muy retada que me sintiera a nivel emocional, había logrado aplicar mis aprendizajes, autoregularme, y lograr ser un espacio seguro para otra persona. Y fue allí donde me di cuenta de que el alcohol había interferido en la forma en que me había comportado; que era obvio que mi conducta sería tóxica. Las sustancias que te “desinhiben” también te desconectan de la razón, actúas por puro impulso emocional sin gestionar, lo que me llevó a hacerle daño a una persona que no se lo merecía, que nunca me había hecho ningún daño a mí, y que ahora había visto la peor parte de mi, sin ninguna necesidad.


Le escribí un mensaje diciéndole que cuando despertara por favor me avisara para llamarlo, y que estaba muy avergonzada por lo que había pasado. Y así lo hicimos.


Tenia tanta vergüenza que no pude hacer una video llamada, pero aún asi hablamos. Le pedí primero que me contara lo que había sucedido, porque yo tenía muchos vacíos de memoria. Para mí terror él se había sentido desplazado y muy incomprendido; así que le pedí disculpas, le dije que estaba muy avergonzada porque yo sabía que todo lo que había hecho estaba mal, que él no se merecía ese trato y que yo había actuado desde un impulso que, aunque no me justificaba, venía del alcohol.


El me dijo que por eso estaba escuchándome y aceptando mis disculpas, porque sabía que esa persona no era la Gia que él había conocido. Yo solo pensaba: “Trágame tierra”


Luego de una conversación donde traté de recoger todos los pedacitos del desastre, le pregunté que qué podía yo hacer para recuperar su confianza de nuevo. Y me dijo que solo esperaba que no lo volviera a tratar de esa forma.


Ese día el alcohol salió de mi vida, por lo menos en un 90%. Yo no quiero ser esa persona, yo soy responsable de mis acciones, y no quiero herir a gente que me importa por perder mi capacidad de razonamiento para “divertirme”. Se que a otras personas no les pasa así, pero a mí sí, y ha sido la mejor decisión que he podido tomar.


Creo que ese día maduré un peldaño más.




Comments


bottom of page