Capítulo L - Final Feliz.
- Gianni Berroteran
- 5 oct 2024
- 4 Min. de lectura

Salí con mi carrito de aeropuerto y mi vida en 2 maletas y media, y la emoción de sentir el calorcito de mi tierra luego de 5 años ya de por si me tenían muy emocionada...
Vi enseguida un grupo grande de personas esperando, y lo busqué entre el tumulto. Por protocolo de COVID no salimos todos los pasajeros juntos, lo hicimos 1 por 1 así que todas esas personas estaban viéndome a mí; gracias a Dios que como artista no me da miedo escénico ser el centro de atención, pero si me sentí un poco abrumada; avancé más
mientras todos me miraban y por el lado izquierdo lo vi salir de entre la gente.
Todo pasó en cuestión de segundos, de un momento a otro nos sonreímos y el vino directamente a mi, me bajó el tapabocas y me besó. Me olvidé de las personas que nos miraban.
No se cuantos segundos pasaron, pero fuimos interrumpidos por un guardia que nos
pidió seguir caminando, para no entorpecer a los que iban a salir después de mi; me dió
un poco de vergüenza ante la gente que estaba sonriendo de vernos, o por lo menos lo
hacían los que recuerdo.
Yo, entre el éxtasis del encuentro y la emoción de estar allí, no vi el letrero gigante que
decía que los carritos para las maletas no podían salir de esa puerta, así que tuvimos un
segundo regaño del guardia. Pero no nos importaba, estábamos felices. Él no dejaba de
abrazarme, de besarme, no me soltaba.
Mi novio había llegado a Venezuela a penas la noche antes que yo, así que un amigo de él
fue quien lo llevó al aeropuerto por mi. Su amigo nos dió un poco de espacio mientras nos
saludábamos y luego se acercó a conocerme. En unos minutos empezamos el camino
hacia mi ciudad Caracas, yo no podía creer que estaba allí en sus brazos reencontrándome
con mi país. Me sentía muy feliz y agradecida.
Al mismo tiempo todo se sentía muy surreal, sentir su olor (que me encantó desde el
primer momento), escucharlo hablar con su amigo, me sonreía, y yo no me lo creía.

Se supone que compartiríamos apartamento por 3 meses con su socio del negocio que estaban abriendo, y por el que él había regresado a Venezuela, pero como era nuestro primer encuentro mi novio me propuso (desde que yo estaba en Marruecos) que pasáramos la noche en un hotel para tener privacidad y solo enfocarnos en nosotros. Así que organizó una noche hermosa y romántica en un hotel muy lindo de Caracas para
conocernos al fin en persona. Yo estaba flotando de amor.
Recuerdo sentirme relajada y cuidada; justo estas siempre han sido las 2 cosas que más me gustan de nuestra relajación.
Al día siguiente nos fuimos al apartamento donde viviríamos, conocí a su socio y su
esposa, y procedí a instalarme en mi nueva vida, en una Caracas muy diferente a la que
dejé en 2015. El reencuentro con mi ciudad, con mi papá, mi familia, amigos y gente que
amo me llenó el corazón.
Él estuvo siempre muy atento y dispuesto a que yo estuviera cómoda y pudiese hacer una
transición lo más sencilla posible.
No fue fácil a nivel emocional en todo momento; yo estaba atravesando un duelo por
Marruecos y la vida que había construido durante 6 años allá. Muchas veces me sentí
extranjera en mi propio tierra. Él me tuvo mucha paciencia.
Había días de mucho miedo e incertidumbre, otros más fáciles de gestionar. Yo aún estaba
estudiando mi certificación de coaching y el máster, pero mi ritmo de vida cambió, mi
entorno también, estaba en medio de una crisis de identidad que fue muy retadora; pero
él siempre con toda su sabiduría y empatía me sostuvo, y fue allí cuando me di cuenta de
que esta relación si podía funcionar.
Nos habíamos dicho que no lo idealizaríamos, que con toda honestidad íbamos a ver si
realmente cuando compartieramos el mismo espacio físico funcionaba. Nos tocó
renegociar algunas cosas, aprender a hacerlo mejor en otras, muchas conversaciones
incomodas y un trabajo de consciencia muy grande. Aún sigue siendo un trabajo en
equipo, pero ya es más fluido, aunque nunca fue pesado ni luchado. Porque cuando 2
personas quieren que funcione, hacen el trabajo en conjunto para que funcione, cada
quien se encarga de su parte, se equilibran las cargas y eso es lo que hemos sabido
construir.

Lo que hemos vivido en estos casi 4 años, aún no he pedido el permiso para compartirlo,
pero seguro lo haremos en otro formato que les brinde mucho valor y aprendizaje
también, así que espérenlo.
Ninguna relación es perfecta, pero si puede ser consciente y madura, y gracias a que primero construí una relación así conmigo es que pude lograr hacerlo con otra persona en el mismo nivel de consciencia y que se sintiera listo para hacerlo.
Ya yo era una naranja completa, que no necesitaba la “mitad” de un otro para
completarse, pero quizás si necesitaba pasar por todo esto para comprenderlo. Tú también lo eres, no esperes mucho más para darte cuenta.
Gracias por acompañarme en esta historia, gracias por los mensajes diciéndome cuánto te
ha ayudado que la compartiera. Esto es una historia de amor PROPIO, más que una
historia romántica donde el único final feliz es quedar en pareja; porque créeme que sin
novio también este sería un final feliz. El verdadero triunfo es haber salido de los patrones
que me llevaban a creer que era mejor estar en relaciones mediocres y dañinas que estar
conmigo misma. Yo soy mi relación más importante y prioritaria, y si las cosas para mi
novio y para mi dejan de funcionar, estaría feliz de seguir mi camino y vivir la vida tan
INCREÍBLE que yo misma me estoy construyendo.
Soy una naranja completa y lo seguiré siendo siempre.
Con amor, Gia.

Commenti