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Capitulo XXXVI - La despedida

La idealización nubla nuestro juicio o la poca inteligencia emocional que podamos tener, y este era el caso, porque a pesar de toda la evidencia, volví a caer en la idea fantástica de un cambio en su decisión de estar juntos.


Ese día luego de lo que había pasado en la noche anterior, volví a percibir la desconexión, pero esta vez la rabia se apoderó de mi, no me aguanté y le envié un mensaje diciéndole que me había sentido usada; él me contestó desconcertado porque creía que lo que había pasado fue por mutuo acuerdo y que él no me había obligado a nada, y tenía razón; pero evidentemente no veíamos la situación de la misma forma, y ese es el problema cuando sostenemos vínculos afectivos con alguien sin tener acuerdos claros sobre lo que implica la relación.



Para mi, por la forma en que yo entendía el amor en ese momento, cualquier interacción íntima significaba una conexión emocional, y obviamente para él no; y esto no se trata de quién tiene la razón sobre esto, se trata de incompatibilidad en la disponibilidad emocional y en las expectativas sobre nuestro vínculo.


Yo seguía reclamándole su indiferencia o poca inversión emocional en mi luego de nuestro

encuentro íntimo, casi como esperando que mágicamente cambiara de opinión; él se cansó de la discusión vía whatsapp y se apareció en mi habitación. Estaba molesto, se sentía muy juzgado y sentía que esto era injusto, ya que no entendía por qué yo volvía a esperar compromiso y afecto de su parte si sabíamos que él se iría en 3 días de Marruecos; y fue justo allí que reconocí la idealización en la que había vuelto a caer.


Salió de mi boca, sin titubeo ni filtro la frase: “Yo pensé que quizás te habías dado cuenta de que si querías estar conmigo, y que aunque te ibas podíamos encontrar la forma de llevar la relación”. Justo luego de decirlo noté como me avergonzaba de haberlo dicho; esto me hacía quedar totalmente vulnerable al frente de él, ahora se que la que habló era mi niña interior desde la herida de abandono.


Chicas, la idealización y el asumir cosas sin acuerdos claros con la otra persona, solo lleva al sufrimiento, porque haberme acostado con él luego de haber decidido alejarme por mi bien, no fue una decisión inteligente porque yo no tenía la certeza de que él quisiera volver conmigo, yo use la intimidad una vez más para convencerle de forma inconsciente, y luego vine a reclamarle porque no funcionó. Si no quieres sentirte usada, no tengas intimidad con alguien que no te ha dejado claras sus intenciones, no solo con palabras si no con hechos constantes.


Repito, acá no le estamos culpando, solo asumiendo la responsabilidad de cada quien.


Por su puesto que me dijo que su intensión no era volver conmigo, y que como ya me había dicho antes, no quería volver a tener una relación a distancia, se disculpó por el mal entendido y salió de mi habitación.


Volví a al principio del duelo, todo lo que había logrado avanzar lo tiré a la basura, no salí de mi cuarto ese día, me sentía abandonada, insuficiente, y sin ganas de nada. Mi compañera de cuarto me acompaño y fue de super apoyo (gracias nena).


Al día siguiente me tocó hacer malabares para no coincidir con él en el apartamento, lo que obvio era casi imposible, pero creo que él estaba haciendo lo mismo porque no lo vi más de 2 segundos, pero el siguiente día a ese sería imposible porque tendríamos su fiesta de despedida con invitados y muchas cosas que habíamos preparado.


Me sentía muy rara, aunque nuestra relación nunca fue formal, todo el mundo sabía que

estábamos juntos, así que a parte de mi dolor por su partida (el cual yo no quería demostrar), durante la fiesta todos me trataron como la viuda del pueblo; me veían con cara de: “Pobre Gia, se le va el hombre”.


Poco a poco durante la noche el muro entre los 2 se fue cayendo y creo que ninguno queríamos pasar nuestra última noche molestos, así que hicimos el esfuerzo de disfrutar como amigos con nuestros compañeros honrando esos casi 2 años de aventuras y convivencia como una familia.


Al día siguiente queríamos acompañarlos al aeropuerto, pero por regulaciones del Covid solo se podían subir a los taxis grandes 4 pasajeros, así que 2 de mis amigas (sin yo pedírselos) me cedieron uno de los puestos para acompañarlo a él y a nuestro otro amigo a despedirlos. Dude por un segundo en ir, pero lo hice.


Llegamos al aeropuerto y ya una parte de mi quería que se fuera, no por mala onda si no porque quería ya quitarme la bandita de una vez, tenía estos últimos 3 días alargando el dolor.


En el momento de ser llamados a entrar a registrarse, se me salió el corazón, porque todo el rato estuve pensando en cómo seria nuestra despedida; no sabía qué hacer porque habíamos tenido esa discusión tan resiente.


Él se paró delante de mi, y vi como nuestro amigo y mi compañera de habitación se fueron hacia un lado para no incomodar. Me abrazó y me dijo: “Gracias por todo, esto no habría sido lo mismo sin ti y sin tu apoyo”, su agradecimiento se sintió muy genuino, yo le agradecí también y le deseé un feliz viaje. Mientras lo veía irse, dentro de toda la tristeza por el duelo de ruptura que me tocaría atravesar, había agradecimiento por la situación porque sabía que su ausencia física me ayudaría a vivir un duelo muy distinto al que había tenido con mi pareja anterior.


Pero aunque diferente, seguía siendo un duelo, y no me podía escapar de atravesarlo...




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