Capitulo XXXV - Volví a caer
- Gianni Berroteran
- 25 may 2024
- 4 Min. de lectura
Hay veces en las que incluso la persona más optimista se cansa de esperar, y lo que paso en la villa fue determinante para mi, me cansé de no sentirme suficiente y dije: YA NO MÁS.
Siempre he dicho que hartarse es la mejor forma de conectar con tu dignidad, la rabia es tu
mejor aliada para protegerte, poner límites y priorizarte; el problema es que la mayoría de
nosotras aguanta demasiado antes de llegar a este punto, y por eso se hace tan agotador.

Recuerdo llegar a mi casa y llorar viéndome al espejo mientras me desmaquillaba, pero esta vez no estaba molesta con él sino conmigo misma. Me di cuenta de que había pasado ya más de un año en este vínculo y que yo seguía sintiéndome exactamente igual: insatisfecha, y fue cuando por primera vez me di cuenta de mi gran responsabilidad en esto; obviamente la solución no era intentar convencerle de ser la pareja que yo necesitaba, sino precisamente dejar de hacerlo y quitarme a mi misma de esa posición de desventaja; yo misma me mantenía en un juego imposible de “ganar”, porque en más de un año no había llegado ni cerca de la meta, simplemente no era mi camino, la vida me estaba diciendo de mil formas que ahí no era, y mi terquedad me había llevado a perpetuar este sufrimiento aferrándome a una idea fantasiosa.
Fue inmensamente doloroso darme cuenta de esto, y esta vez fui yo la que decidió alejarse un poco de todo. Buscar más mi soledad en una casa llena de gente que hacían todo juntos y en medio de una pandemia fue difícil, pero lo hacía por mi; necesitaba protegerme aunque era un reto diario no hacer caso a mis impulsos de buscarle y seguir intentando obtener su validación.
Al cabo de un par de semanas manteniendo nuestras distancias, porque creo que él entendió el mensaje, llegó una noticia que me hizo ver que quizás la conexión con mi dignidad podía flaquear; lo llamaron de la administración para decirle que ya había un vuelo disponible hacia su país y que lo iban a anotar. Se me rompió el corazón, se sintió todo muy definitivo; en una semana se iría y seguramente no lo vería más.

Cuando me lo dijo pude notar que me dirigió una mirada triste, yo intenté sonreír y no demostrar lo que realmente sentía; y por alguna razón la determinación que sentí unas semanas atrás de alejarme desapareció; fue como una necesidad de intentar una vez más en el poco tiempo que quedaba.
Si, hasta yo misma escribiendo esto pienso: “¿De verdad Gia?”. Pero si, así se ve el desconocimiento de tus patrones, porque crees que eres lo que sientes y piensas sin cuestionarlo para tomar decisiones inteligentes emocionalmente, solo te dejas controlar por tus impulsos y carencias.
Esos días estuvimos todos organizando una despedida para él y otro de los artistas que tomaría el mismo avión, además de aprovechando cualquier posibilidad de salida para disfrutar los últimos días todos juntos. Empezamos a acercarnos un poco más. pero sin llegar a tener encuentros íntimos, la verdad la pasamos muy bien, y yo disfrutaba de compartir con él desde el día 1, él es de esas personas fácil de querer y de adaptarse a todo.

Todo “bien” hasta el día que fuimos a un cumpleaños de un conocido del grupo en un club de piscina al que habíamos ido antes varias veces; si se preguntan qué había pasado con el COVID, ya habían pasado unos 5 meses aproximadamente desde la noticia en marzo; mi viaje a Francia con el crucero estaba en “stand by” porque las fronteras en Europa y parte de África estaban aún cerradas; pero en Marrakech habían empezado a flexibilizar un poco las cosas y por eso aprovechamos la invitación.
Estuvimos disfrutando la fiesta, empezó tipo 7pm y ya para la media noche los tragos habían hecho su efecto, poco a poco nos fuimos acercando más y más, hablando a parte, riendo mucho y la necesidad de conexión era evidente, pero obvio que no la conexión que yo quería, solo que la idealización no me dejaba ver la diferencia. Muchas personas empezaron a irse y nosotros seguíamos en la piscina hablando y (por lo menos para mi) todo lo demás desapareció.

Al momento de irnos, el cumpleañero nos dijo que nos llevaría a casa, la cosa es que tenía un carro deportivo con 2 asientos adelante y solo 2 atrás, y ya había otra persona allí, así que me tocó regresarme en sus piernas, por su puesto que esto no nos molestó a ninguno de los dos; luego de tomar la autopista fue inevitable no comenzar a besarnos, realmente no recuerdo nada del recorrido, solo éramos él y yo concentrados en eso, era obvio que al llegar a casa sucediera lo inevitable; luego de varias semanas decidida a no caer en lo mismo, esta vez algo en mi decía: “Quizás se dio cuenta de que quiere estar conmigo y busquemos la forma de que funcione”
Todo fue muy intenso, como una entrega final de todo lo que sentíamos, yo me quedé en las
nubes y por su puesto que me volví a enganchar en la esperanza; dormimos juntos y al día
siguiente me sentía feliz, pero no duró mucho porque como era costumbre, ya para la tarde
volvió a mostrarse distante, y no pude evitar molestarme.
Esta vez no iba a permitir que hiciera lo mismo...
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