Diario de una naranja completa - Capítulo XIV
- Gianni Berroteran
- 16 dic 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 may 2024
Mi terapeuta me había recomendado hacer contacto cero, esa decisión aterradora de ya
no tener ningún tipo de contacto con tu ex pareja. Una decisión que asusta demasiado, se
siente como soltarte del pedacito de cuerda del que estas sosteniéndote para no caer al
vacío.
Es eso, es el vacío lo que tanto aterra, y por lo que es tan difícil cumplir con ese contacto
cero.
Y justo es lo que me pasaba a mí; aunque todo en mi ser me decía que esta relación no era
la correcta, aunque yo estaba sufriendo y cada día se hacía más difícil que el anterior al
alimentar la narrativa catastrófica que tenía en mi cabeza con ideas absurdas como: “no
voy a conseguir a nadie más”, “nadie me va a entender como él lo hizo”, “va a ser imposible
encontrar otra persona con la que tenga tanta química”; por alguna razón, yo creía que al
hacer el contacto cero lo iba a “perder” para siempre.

Por eso, aunque estuve unas semanas haciéndolo, y realmente si había logrado encontrar
un poco de paz, luego de ese contacto que tuvimos al pedirle que fuera a ayudarme a salir
de la azotea, la situación se volvió obsesiva.
Me encargué de preguntarle a todo mi círculo cercano lo que supieran de él, lo que hayan
visto, lo que hayan escuchado. Gravísimo error.
Primero que todo hay que entender que la percepción de la gente viene muy cargada de
sus propios juicios y a veces no es nada objetiva, pero eso lo sé ahora luego de la lección
tan grande que esto me dejó.
Llegaron a contarme cosas inquietantes, y lo peor es que lo hacían las mismas personas
que se llamaban sus amigos, con los que mi ex seguía teniendo mucho contacto y sé que
confiaba en ellos y ellas.
Por supuesto, no puedo corroborar qué tan real sea lo que me hayan contado, pero si
toda la inquietud que me trajo; me hablaron de deudas con mujeres a las que le pidió
dinero y luego no les pagó, me hablaron de problemas con chicos por haberse involucrado
con sus novias, me hablaron de que no solamente tenía una relación con la chica con la
que trabajaba, sino que también con otras compañeras de ese mismo trabajo, también me
dijeron que le escribía a chicas que eran las novias de sus amigos para invitarlas a salir y
tener intimidad; en fin, un montón de información que solo sirvió para seguir haciéndome
mucho más daño a mí misma. Y lo peor es que yo me lo busqué.
Una amiga en común, que sé que pasaba mucho tiempo con él me empezó a llamar
mucho más seguido para comentarme lo que mi ex hacía, con quien lo hacía, con quién
frecuentaba, etc; llegó un momento en que yo solo esperaba su llamada para que me
diera información.
Nunca olvidaré un día en el que me dijo que ella fue a ver el dinner show en el que mi ex
trabajaba, y que lo vio mirar a su nueva chica mientras cantaba con ojos de enamorado.
Evidentemente, esto me partió el alma.

Luego de verlos llegar juntos al lounge del que salí corriendo (capítulo 12), no había
escuchado más nada de ellos, y esta vez yo misma le pedí a mi amiga que me contara, así
que ella me mantenía al tanto de todo lo que pudiera.
Era un ciclo súper tóxico en el que yo estaba constantemente haciéndome daño
recibiendo esta información, pensando que de alguna forma eso me ayudaría.
Pero la realidad es que estaba comprometiendo yo misma mi paz y mi tranquilidad,
sintiéndome insuficiente y un “fracaso” con cada historia que me contaban. Por eso
siempre les digo, que cuidar el jardín de la mente y la información que le damos es
nuestra responsabilidad.
Y toda la situación no era tóxica solo por esta razón, sino también porque empecé a ver a
mi grupo de amigos de una forma diferente; en ese momento no lo entendía, pero ahora
lo veo. Algo en mí me decía que no estaba bien que la misma gente en la que mi ex
confiaba me viniera a contar sus cosas; porque estoy segura ahora de que hacían lo
mismo conmigo.

El momento que me hizo caer en cuenta de esto, fue cuando una noche me reuní con
algunos de mis amigos, a excepción de esta amiga que me llamaba para contarme las
cosas de mi ex; y mientras yo hablaba de mi separación, de lo mal que la estaba pasando,
y de todas las cosas que había estado contándome esta otra amiga, una persona del grupo
me dijo que tuviera cuidado con ella, porque aunque yo no lo estuviera viendo, era
evidente que esa cercanía que ella tenía con mi ex, no era tan inocente.
Esto me perturbó, yo confiaba demasiado en esta amiga, me parecía súper genuino lo que
estaba haciendo al llamarme para contarme cosas sobre mi ex y mantenerme al tanto, a lo
que esa persona me contestó: “está bien que tú siempre esperes lo mejor de la gente,
pero no siempre tienen las mejores intenciones.”
Recuerdo que esa noche estuve súper removida, tenía una sensación muy incómoda en el
cuerpo que me hizo cuestionarme: qué es verdad y qué es mentira, en quién puedo
confiar y en quién no. Me sentí completamente sola, porque lo que había identificado
como una red de apoyo tan lejos de mi país y de mi familia, ahora la ponía en tela de
juicio.
“¿Tendrán razón estas personas?”. Ya alguien me había comentado que mi ex no solo se
había involucrado con mujeres fuera de mi círculo de amigos, si no que había gente muy
cercana a mí con la que lo estaba haciendo; pero por no ser alguien tan allegada, no le
preste tanta atención (o quizás no lo quise creer), pero ahora al decírmelo alguien que si
venía de mi círculo de amigos, me encendió todas las alarmas.

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